Luisa Cuesta

Es un ícono de la búsqueda de los desaparecidos durante la última dictadura militar. Fue presa, exiliada y portavoz de la organización de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos durante casi veinte años. Hace dos años, decidió cesar en sus apariciones públicas. La vejez, argumenta, aunque disimula con creces sus 91 años, sólo cuantificables por su pelo blanco y las arrugas de sus arrugas. Pero Luisa Cuesta sigue siendo joven. En la calidez de su rostro afable, en su sonrisa sincera. En su frescura de moza. En su compostura de roble. Y en la fuerza maternal con la que sigue marchando, en silencio, cada otoño.


Luisa Cuesta, en su casa, durante la entrevista.